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la creación de espacios inclusivos y programas que fomenten la
participación activa contribuyen a esta redefinición (Duran, 2021).
Sin la participación ciudadana, las bibliotecas no pueden
cumplir plenamente su potencial como espacios
democráticos de aprendizaje y convivencia.
Las bibliotecas pueden contribuir al desarrollo de políticas lo-
cales sobre discapacidad mediante la creación de programas
inclusivos, como servicios de préstamo adaptados, actividades
culturales accesibles y programas de sensibilización. Estos es-
fuerzos, enfocados en la capacitación tanto de los profesionales
de las bibliotecas como de los usuarios, ayudan a garantizar un
entorno libre de discriminación.
Como centros comunitarios, las bibliotecas ofrecen un espacio
físico y simbólico para la participación en procesos de gobernan-
za. Este enfoque no solo facilita el acceso a la información, sino
que también promueve la inclusión de grupos históricamente
excluidos, brindando oportunidades para que sus voces sean
escuchadas en la toma de decisiones (Nash, 2019).
Estos espacios inclusivos permiten a personas de diversos
orígenes encontrarse, compartir perspectivas y construir en-
tendimiento mutuo, lo que fortalece el tejido social y fomenta
la confianza entre ciudadanos y gobiernos. Además, su trans-
formación en hubs comunitarios resalta su capacidad para res-
ponder a las necesidades locales, impulsar el progreso y facilitar
soluciones colectivas, todo mientras permanecen abiertos y
accesibles para todos (Rough Guide to Citizen Engagement in
Public Libraries_2, n.d.)
Según un estudio de Cummings y Mossberger (2018), las bibliotecas
públicas han evolucionado hacia “espacios de compromiso cívico”,
donde los ciudadanos pueden participar en discusiones sobre
políticas públicas, asuntos locales y temas de interés general.
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