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Ejemplo:
En este ensayo en primer lugar se vincula la génesis de la automatización a la racionalidad propia de la producción en el mundo capita-
lista, en función de la cual se registra un acelerado dinamismo en el desarrollo e implantación de nuevas tecnologías en el mundo de la
producción. En segundo lugar, considerando que tecnología hace referencia a una multiplicidad de realidades, acotaremos el concepto
acogiéndonos a los planteamientos de Rosenberg (2014) quien diferencia entre tecnologías que facilitan el trabajo humano y las tecno-
logías que lo sustituyen. A continuación, veremos como la implantación de tecnologías en la industria si bien durante el Siglo XX trajo
consigo mejoras en las condiciones del trabajo y propició el ascenso social de importantes sectores de la población en Estados Unidos
y Alemania; en el presente siglo muestra tendencias contrarias, que niegan la ilusión del progreso económico. Seguidamente, examina-
remos como las diferencias en los mercados laborales, los sistemas educativos y los sistemas fiscales condicionan un impacto diferen-
cial en la pérdida de puestos de trabajo. Finalmente, haremos una revisión de datos sobre los efectos de la incorporación de desarrollos
tecnológicos en el mundo del trabajo en América Latina y cómo han contribuido a ampliar la brecha social en la región.
Pese a la aparente rigidez del ensayo académico, es importante anotar que no necesariamente debe negarse a utilizar formas
creativas. Tal es el caso del escritor Miroslav Holub, investigador en inmunología, quien parte del encuentro con una rata almiz-
clera en su jardín para introducir su brillante ensayo sobre las propiedades de la sangre, titulado: La vida derramada.
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“Una rata almizclera, Ondrata Zibethica Zibethica (Linneo, 1766), cayó en nuestro estanque. El pozo estaba vacío, a excepción de un
pequeño charco formado por el deshielo invernal. Trataba de abrigar su piel parda contra un rincón, mientras me miraba con sus ojos
salvajes y asustados, y su cola desnuda y enlodada permanecía quieta. Antes de que pudiera encontrar un instrumento apropiado para
sacarla de allí, un vecino que pasaba (poco familiarizado con los roedores seguramente) concluyó que se trataba de una rata gigante,
tan sanguinaria como un tigre y tan infecciosa como una plaga hospitalaria. Tornó a casa por su escopeta y disparó sobre el animal
hasta reducirlo a un bulto amorfo del que solo se distinguían las patas traseras y los dientes pelados. Había sangre en las paredes y en
el fondo del estanque; aquel bulto era una masa sanguinolenta, y el charco se había convertido en un pequeño mar rojo. La cacería había
terminado y yo tenía que afrontar las consecuencias. El género humano se divide en cazadores y … aquellos que tienen que pagar los
platos rotos.
Sepulté el cadáver… De modo que me puse a reflexionar acerca de la sangre… la sangre no consistía tan sólo en esa materia desagra-
dable que, en condiciones normales, permanecía dentro de la rata; era también su secreto de vida vertido hacia afuera…”
Tomado de Vélez, 1999 8
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