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SOMOS PARTE DE UN ENTRAMADO SOCIAL 17
Si bien Bateson aplicó este concepto las ciencias sociales, Waddington en
1953 lo aplicó a la epigenética, que hace referencia al estudio de todos aquellos
factores no genéticos que intervienen en la determinación de la ontogenia. Es
la rama de la biología que estudia las interacciones causales entre los genes y
sus productos que dan lugar al fenotipo: es “el estudio de cambios heredables
en la función génica que se producen sin un cambio en la secuencia del ADN”.
El campo de la epigenética ha surgido como un puente entre las influencias
genéticas y ambientales. Los genes se expresan o no dependiendo de ciertas
condiciones bioquímicas, como la metilación del ADN o de las histonas, la
forma de la cromatina, y otras que se van conociendo. Por lo tanto, el epige-
noma es el perfil de expresión génica en respuesta al estímulo del contexto.
Las experiencias contextuales se traducen en reacciones químicas y actúan
en el genoma resultando cambios a largo plazo en la actividad y función de los
genes y esto producirá consecuencias fisiológicas y comportamentales.
En síntesis, el contexto lleva a construir desde una red social hasta una
manera de alimentarse y relacionarse y para esto hace falta el desarrollo de
funciones más elevadas y con ello un cerebro más evolucionado. Es esta evo-
lución de la especie la que también se estructura como un efecto que tiene su
efecto sobre la causa que lo origina. Por lo tanto, de manera recursiva, la in-
fluencia del hombre sobre el medio ambiente, transforma al medio ambiente
que influencia al hombre. Y esta es la historia de la humanidad.
En la actualidad, por ejemplo, a pesar que los cerebros masculinos son
sucesivos (una cosa por vez) y los femeninos simultáneos, es decir que puede
realizar actividades en paralelo, los hombres -dado los estímulos en simultá-
neo de la play station- por ejemplo, han logrado construir simultaneidad en
sus cerebros. Reitero sin modificar estructuras sino activando genes silentes,
o activando fibras que producen mayor conectividad interhemisférica. Los
docentes debemos estar al tanto de ello y saber que los alumnos de hoy tienen
ciertas capacidades especiales o las vemos como “especiales” porque somos
representantes de otra generación.
Recuerdo que cuando empecé a investigar en los años ´80, no había com-
putadoras o eran incipientes, más bien básicas (eran aparatos gigantescos que
debían encontrarse en salones refrigerados), menos había en los hogares y por
supuesto el internet no existía, tampoco el IOS de Apple ni el Microsoft, solo
el DOS y ni siquiera en las primeras computadoras existían íconos y menos un
mouse y ¡debíamos aprender de memoria las funciones del teclado!
Yo investigaba (o intentaba). Recorría librerías y librerías en busca de artí-
culos, libros, mandando cartas a institutos del exterior, usaba bibliotecas y a
veces pagaba caro el contacto. Lo que me podía llevar un mes en la profundiza-
ción de un tema, hoy me puede costar 15 minutos de tiempo y es información